Este año ha sido tan fuerte el ruido y la desinformación sobre el proceso de oposiciones en grupos de facebook, wasap, telegram…que decidí abrir en el blog los comentarios de opositores de éxito.
Tengo unas 2.000-3000 visitas diarias de profesores y/o opositores de nuestras ramas de Economía, ADE, PGA y FOL. y desde entonces me han comentado bastantes profesores con plaza, muchos de los cuales les ha tocado alguna vez ser tribunal de oposiciones, que se han identificado con su lectura al ver la capacidad de disciplina y esfuerzo del opositor de éxito. También me comentan mucho lo que les sorprende que el 90% de los opositores no se prepara bien y con foco, en parte por ser incapaz de desconectar el móvil y sobre todo asilarse de las redes sociales.
Hoy me ha llegado un testimonio inesperado pero muy especial, del autor número 1 en Economía de secundaria Anxo Penalonga, cuyos libros de la editoral Mc Graw-Hill son de los más vendidos de la especialidad . Aquí ya comenté su manual de 4º ESO aquí el de 1º Bachillerato y aquí su interesante libro de lectura para ESO y Bachillerato Homo Economicus.

Pepe, suscrito como estoy a tu blog, no puedo evitar llevarme las manos a la cabeza viendo que el principal consejo que das a los opositores es que se centren, que trabajen y que eviten redes sociales. ¿Acaso no es obvio? ¿No es fundamental aislarse o, por lo menos, estudiar en un entorno sano exento de malos rollos? ¿No sabe la gente que las cosas se consiguen con trabajo, esfuerzo y disciplina? Ya, ya… Supongo que todos sabemos de algún caso donde «aparentemente» tocó la flauta y pensamos que también nos pudiera tocar a nosotros. Aunque así fuera porque hago notar que he dicho «aparentemente», ¿puede arriesgarse uno a eso cuanto te juegas tu futuro a una sola carta, una vez cada año y en competición con mucho otros que también necesitan ese puesto muchos de los cuales son mejores que tú?
He visto los testimonios de los opositores que triunfan y me siento reconfortado pero también triste porque son los menos. En lo que se refiere a lo de sentirme reconfortado me veo a mí mismo hace más de 20 años. Te cuento. A grandes rasgos ya sabes que saqué la oposición relativamente enseguida (me llevó un par de años) lo que no sabes son los detalles. Pues agárrate con la historia al completo porque como podrás suponer fue a base de trabajo no de que me tocara la lotería. En el año 94 Galicia convocó oposiciones de tecnología administrativa (la antigua Administración de Empresas) con solo tres o cuatro meses para prepararlas. No había redes sociales pero si muchos comentarios: el principal era que en tan poco tiempo poco se podía hacer, sobre todo si ibas por primera vez. Ni caso, y eso que estaba yo haciendo entonces un máster de Gerente de Pymes por las tardes: hasta que llegó la oposición por las mañanas tocaba estudiar y por las tardes máster. Y ya está. Fue poco tiempo pero el práctico era asequible para quien recientemente había acabado la carrera y el temario de 48 temas (1 bola de 4). Saqué la oposición sin plaza (ahora ya no sucede esto para que no haya reclamaciones) pero quedé fuera por dos décimas porque no tenía puntos de experiencia ni de cursos (había acabado la carrera en el 93) . Repito, a pesar de haber hecho uno de los mejores exámenes (el 5º por nota) quedé fuera por dos décimas en un total de casi 40 plazas. El único «consuelo» era que otra opositora quedó fuera por una décima. Ya ves tú que consuelo. OK, no había salido bien pero quizás entraría en listas antes de la siguiente oposición y eso en Galicia te daba permanencia. Y así fue, pero por los pelos. La oposición fue en diciembre del 94 y en mayo hubo elecciones. Una delegada sindical pidió los días y yo me estrené dando clases en Muros. Justo a tiempo porque en junio del 95 había otra vez oposiciones y de la lista que habíamos quedado aprobados sin plaza en diciembre solo entramos tres o cuatro. Las oposiciones de 1995 se me dieron muy mal. Cambiaron el tipo de examen práctico – pusieran el examen que habían puesto para acceder a inspector de Hacienda lo cual favoreció expresamente a los que ya se habían examinado de esas mismas cuestiones en la otra oposición – y me pillaron en fuera de juego. Para los curiosos citar que en uno de los tribunales había un señor que era preparador de inspectores de Hacienda en una academia y que tuvo mucha influencia en la elección de los ejercicios prácticos ( a mí todo esto me lo contó una de las personas que sacó las oposiciones de profesor tras fallar en las de inspector de Hacienda). Qué se le va a hacer… la indignación por el tipo de examen fue mayúscula y los ecos llegaron a la Xunta – que al año siguiente impuso los presidentes de los tribunales a dedo para evitar que se repitiera lo sucedido – pero ya nada podía hacerse y a fin de cuentas esas cosas no dependen de uno. Fuera verdad o no, lo único cierto es que había fracasado y culpar a las circunstancias no arreglaba nada. Decepción y frustración. Hasta las siguientes oposiciones.
Empecé a trabajar ya después del verano. Estuve haciendo sustituciones desde octubre del 95 y de repente, otra vez oposiciones en el 96. Y digo de repente porque las convocaron en febrero del 96 y cambiaba el temario y el sistema de bolas. Desaparecía Tecnología Administrativa y aparecía Administración de Empresas. Hasta ahí todo bien pero es que el temario teórico pasaba de 48 a 75 temas. Y no solo eso: solo unos pocos temas eran reciclables y además se reducían las posibilidades: sería 1 tema a elegir entre 2 bolas cuando antes era 1 tema entre 4 bolas. Otra vez la rueda de comentarios tóxicos: que es muy poco tiempo, que eran menos oportunidades con la mitad de bolas y que no sé qué no sé cuanto. Perfecto, me dije yo, no es una crisis sino una oportunidad porque lo normal es que esa perspectiva desaliente a la mayor parte de los opositores pero lógicamente no a los mejores. Seguí trabajando en las sustituciones y por las tardes me iba al piso o pensión a estudiar. Así durante tres meses, nada de vacaciones ni de salidas nocturnas y es que además volvía a casa todos los fines de semana, ya te digo luego por qué. Cuando llegué a la oposición pasé el práctico con un 8 y pico. Pero la auténtica prueba era el teórico debido al cambio de temario. Y salió la bolita. Me había dado tiempo a preparar 30 temas de los 75. Y salió una de las dos bolitas que yo me sabía. Pero era de los que más sabía aún siendo solo 30: hasta donde yo supe por lo que decían los compañeros era de los que más temas llevaba preparados en el poco tiempo que habíamos tenido. Era un tema horrible sobre negociación en el trabajo y yo lo había estudiado porque «al peso» era mucho más liviano que otros. Creo que fue 9,2. Cuando diez días después llegó la exposición oral ya llevaba esos 30 preparados y 15 más «por encima» a base de esquemas, bibilografía y blababla. La bolita fue uno de esos 15 temas que preparé en ese último tramo ya hipermotivado sabiendo que todo tendría que darse muy mal para que suspendieran a quien llevaba un 9 y un 8. Esta vez un 7 y pico. Número 1 de la oposición entre 500 opositores (aunque luego 5º o 6º una vez sumados los puntos) para un total de 20 plazas y enseguida los comentarios «bienintencionados» de qué suerte has tenido, Anxo. ¿Suerte? Pues aparte de todo lo que he citado sobre esfuerzo y trabajo, resulta que en febrero del 96 falleció por sorpresa mi padre y fue un calvario pelearse con el dolor y una herencia envenenada. No voy a explayarme sobre esto (ya sabes por qué volvía todos los fines de semana a casa) porque creo que todo el mundo puede imaginar lo que supone pero sí voy a hablar de otra cosa. A finales de abril me rompí un brazo jugando al fútbol en un partido profes-alumnos. Como estaba haciendo una sustitución pensé «vaya, pues por lo menos podré ir para casa cobrando». Error. No me sustituyó un sustituto sino el titular. Con el brazo roto, perdí la sustitución en Tui y cuando me llamaron para ir a trabajar en mayo a Narón la acepté. Con el brazo roto cargaba en el otro la puñetera maleta de libros y los compañeros me encontraban todos los días en el departamento estudiando (la pensión era pequeña y deprimente, impedido como estaba lo mejor era no moverme mucho y empalmaba las clases con las sesiones de estudio). Acabó la sustitución de dos semanas y llegaba la oposición pero es que tenía que ir a fisio porque ya me había quitado la escayola y tenía que recuperar el brazo (menos mal que era el izquierdo y soy diestro porque caso contrario ni podría plantearme escribir). Pues todos los días por las mañanas hasta que acabó la oposición yendo a fisio un par de horas. El último día de fisio fue el día siguiente de saber la nota final de la oposición y me acuerdo porque llegué sin dormir y con gafas de sol a las 10 de la mañana tras la mucha fiesta de la noche anterior. Un último detalle es que cuando murió mi padre un amigo de la familia me ofreció trabajo de adjunto a director en un banco y en Lugo al lado de casa. Pero cuando enseguida lo rechacé hasta en mi familia pensaron que me equivocaba. Para nada, yo tenía claro que sacaría la oposición y si no ese año el siguiente, y si no, el siguiente… ¿Suerte? Los que somos de empresa o economía conocemos el dicho: «la suerte favorece a la mente preparada» y no todo es capacidad intelectual. La potencia sin control no vale de nada. Pues los conocimientos sin actitud tampoco. El primer eslogan sale de un anuncio de los años 90 donde aparecía Carl Lewis el campeón de los 100 metros en los tacos de salida pero con unos zapatos rojos de tacón, el anunciante era una marca de neumáticos.
Ah y en el apartado academias, asistí a una un mes a una antes de las oposiciones de 1995, el tiempo justo para amortizar el mes que había pagado por anticipado y darme cuenta de que no me iban a ayudar. Los profesores no sabían más que yo y los compañeros eran muy heterogéneos tirando a poco convenientes: ninguno compartía mi visión «monje»de encerrarse a estudiar. Pero tampoco es que un profesor tenga que tener más conocimientos que tú porque lo que no puede hacer es estudiar por ti. Se trata de que te oriente, te resuelva cosas y te dé apoyo. El preparador de oposiciones es más un coach que un profesor. Pues los profesores de esta academia solo eran profesores.
Ahora escribo libros de economía y me va bien. También dicen que he tenido suerte. Otro día hablamos de esa «suerte» aunque ya sabes que tardé dos años en escribir el primer libro – que no era de economía – y no me dio ni 10.000 de las antiguas pesetas, ni 60 € al cambio de hoy. Un abrazo, Pepe, si te vale de algo, puedes publicarla.