Todos conocéis la fabulosa historia de Ulises, relatada por Homero en La Odisea:
En su regreso a Ítaca, Ulises preparó a su tripulación con tapones de cera, evitando así que cayeran en la fatídica tentación de los cantos de las sirenas. Él, para poder escucharlas sin sucumbir a sus encantos, se ató a un mástil.
Ulises y las sirenas. de Herbert Draper (1909)
«…atadme con dolorosas ligaduras para que permanezca firme allí, junto al mástil; que sujeten a éste las amarras, y si os suplico o doy órdenes de que me desatéis, apretadme todavía con más cuerdas.»
Dentro del proceso de toma de decisiones, es curiosa la decisión de «atarse al mástil», para no sucumbir a las tentaciones. Algunos ejemplos reales:
– Registro de Prohibidos. En él, se inscriben las personas con problemas de adicción al juego (ludópatas), para autoprohibirse la entrada en casinos, bingos…
– Publicación del Patrimonio de políticos. Es otra forma de evitar caer en la tentación al autoobligarse, mediante leyes aprobadas por ellos mismos. Hoy, Mariano Rajoy presenta un pacto nacional anticorrupción que incluye la declaración del patrimonio de todos los concejales españoles.
– Limitación del crédito en tarjetas. Además de otorgar cierta protección contra el robo, algunas personas se la autoimponen para controlar sus gastos. Conozco gente que no tiene ni siquiera tarjeta, para evitar caer en despilfarros.

Como sabéis, según teología católica, el purgatorio es un estado transitorio de purificación y expiación para aquellos que han cometido alguna falta leve.
En la clase de 2º BHC, suelo utilizar dos pupitres, claramente alejados del resto (30), para colocar a los que no tienen un comportamiento adecuado y como aviso previo a una expulsión de clase.
Normalmente, cuando la actitud de corrige, y aumenta el rendimiento en la clase, el «reo», puede volver a su sitio habitual en la clase.
La expulsión del Paraíso, Miguel Ángel, Capilla Sixtina
Ayer, uno de vuestros compañeros, me dejó sorprendido, al pedirme que no le devolviera al «Paraíso», que le dejará en el «Purgatorio», ya que si volviera, no podría evitar las distracciones, el mal comportamiento y estaba completamente seguro que suspendería y acabaría siendo expulsado. Como vemos, otro ejemplo más de la autoprohibición como mecanismo de toma de decisiones.
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