La fábrica de alfileres

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Ayer vimos en clase lo mucho que ha avanzado la humanidad en muy poco tiempo. Muchas veces olvidamos que hace muy poco tiempo, 160 años….¡Éramos todos muy pobres!

Nuestro primer cómic «Economía en 1/2 hora»

Adam Smith lo explicó magistralmente en «La riqueza de las naciones (1776)»:

¡Si queremos ser más ricos, debemos ser más productivos!

La división del trabajo es clave en el aumento de la productividad.

«Tomemos como ejemplo una manufactura de poca importancia, pero a cuya división del trabajo se ha hecho muchas veces referencia: la de fabricar alfileres. Un obrero que no  haya sido adiestrado en esa clase de tarea (convertida por virtud de la división del trabajo en un oficio nuevo) y que no esté acostumbrado a manejar la ma­quinaria que en él se utiliza (cuya invención ha derivado, probable­mente, de la división del trabajo), por más que trabaje, apenas po­dría hacer un alfiler al día, y desde luego no podría confeccionar más de veinte. Pero dada la manera como se practica hoy día la fabrica­ción de ‘alfileres, no sólo la fabricación misma constituye un oficio aparte, sino que está dividida en varios ramos, la mayor parte de los cuales también constituyen otros tantos oficios distintos. Un obrero estira el alambre, otro lo endereza, un tercero lo va cortando en tro­zos iguales, un cuarto hace la punta, un quinto obrero está ocupado en limar el extremo donde se va a colocar la cabeza: a su vez la con­fección de la cabeza requiere dos o tres operaciones distintas: fijarla es un trabajo especial, esmaltar los alfileres, otro, y todavía es un oficio distinto colocarlos en el papel. En fin, el importante trabajo de hacer un alfiler queda dividido de esta manera en unas dieci­ocho operaciones distintas, las cuales son desempeñadas en algunas fábricas por otros tantos obreros diferentes, aunque en otras un solo hombre desempeñe a veces dos o tres operaciones. He visto. una pe­queña fábrica de esta especie que no empleaba más que diez obre­ros, donde, por consiguiente, algunos de ellos tenían a su cargo dos o tres operaciones. Pero a pesar de que eran pobres y, -por lo tanto, no estaban bien provistos de la maquinaria debida, podían, cuan­do se esforzaban, hacer entre todos, diariamente, unas doce libras de alfileres. En cada libra había más de cuatro mil alfileres de tamaño mediano. Por consiguiente, estas diez personas podían hacer cada día, en conjunto, más de cuarenta y ocho mil alfileres, cuya cantidad, dividida entre diez, correspondería a cuatro mil ochocientas por per­sona. En cambio si cada uno hubiera trabajado separada e inde­pendientemente, y ninguno hubiera sido adiestrado en esa clase de tarea, es seguro que no hubiera podido hacer veinte, o, tal vez, ni un solo alfiler al día; es decir, seguramente no hubiera podido hacer la doscientas cuarentava parte, tal vez ni la cuatro-mil-ochocientos-ava par­te de lo que son capaces de confeccionar en la actualidad gracias a la división y combinación de las diferentes operaciones en forma conveniente.

Adam Smith explicándoles a Andrea, Basilio y Carlos el principio de división del trabajo

PD: el viernes en el examen de Historia que habéis tenido también «entraba» Adam Smith.

Como me enseñastéis, vuestro libro de Historia, en una de las cuatro líneas que resumía su pensamiento decía «Buscaba el lucro infinito…». ¡Si Adam Smith (que era catedrátido de Filosofía Moral) levantara la cabeza!