Si bien ya he comentado en otras ocasiones que debería ser obligatorio poner el precio del libro de texto para el alumno, en la muestra que se envía a los profesores, ayer llegó a mi instituto una propuesta editorial que hace del precio, un arma de marketing para diferenciarse de la competencia.
Lo positivo es la estrategia de transparencia y la buena calidad-precio ofrecida (precio un 50% inferior a la competencia), y negativo la poca oferta para nuestra especialidad.
No, la troika (todavía) no está pasando por los institutos….
Cuando hay un cambio legislativo, es habitual que comiencen a aparecer por los institutos los agentes de las editoriales. Su trabajo no es fácil…perseguir (con una sonrisa) a profesores saturados de horas, alumnos y exámenes que corren de arriba a abajo por los institutos. Pero en el mercado de libros de texto el profesor es el prescriptor, y a él se dirigen las propuestas de valor de las editoriales.
Ayer me visitó una agente editorial de McGraw Hill, comparto con vosotros el vídeo del nuevo sistema que proponen:
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Las editoriales tradicionales están intentando aumentar el valor percibido del producto que ofrecen (libro de texto) para poder seguir manteniendo precios elevados (30-40 euros). Hasta ahora no parece que lo estén logrando, aunque este sistema de smartbook de McGraw puede que lo logre. Si alguien lo utiliza en clase, por favor que comparta la experiencia.
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Por otra parte tenemos la iniciativa de Blanca Cañamero para elaborar un libro de texto gratuito de Iniciativa emprendedora para el primer ciclo de la ESO, coordinando un grupo de 40 profesores de la especialidad.
Después de días de corregir cientos de exámenes (¡Cómo se nota dar en 3 segundos de bachillerato con 35 alumnos por aula!)….ahora tocan tardes enteras de evaluaciones…
Podemos utilizar el misterio del violinista en el metro para comentar la importancia de realizar una buena mezcla de marketing (marketing mix). La anécdota fue un experimento, pero vamos a analizarlo como si fuera un lanzamiento real de un nuevo producto:
Producto.
El producto es la combinación de bienes y servicios que ofrece la empresa al mercado.
No parece que un concierto de música clásica se el producto adecuado para ofrecer en una estación de metro en hora punta. Cuando la gente va con prisas al trabajo, no lo valora. Ejemplos de productos que sí han tenido éxito (y por tanto añaden valor a los consumidores) en estas situaciones son el café Starbucks: los clientes pagan precios muy elevados por un café rápido en su carrera al puesto de trabajo.
Precio.
Se fijó un precio libre, en función de la voluntad del consumidor. La decisión parece adecuada y es la típica de músicos callejeros, ya que si se fija un precio de antemano (antes de tocar cada pieza musical), es probable que nadie pagase nada (por las prisas).
Promoción.
La comunicación de existencia de un servicio (música de uno de los mejores violinistas del mundo) y la persuasión para su compra fue un desastre. Es posible que la mayor parte de los transeúntes no tengan cultura de música clásica, pero el conocer quién es la persona en cuestión, estimula la curiosidad y favorece la recaudación.
Distribución.
El punto de venta también ha sido inadecuado. La misma combinación de las anteriores variables (precio, producto y promoción) enfrente de un conservatorio de música o a la salida de un auditorio hubiera sido un éxito. La definición del público objetivo (target) ha sido inadecuada.
Estamos sumergidos en el apasionante mundo del marketing, pero de vez en cuando conviene elevar un poco la vista y recordar por dónde andamos…
Con la definición de las 4 Pes (producto, precios, promoción y posición), terminamos la fase estratégica. Son los instrumentos controlables por la empresa (que puede modificar), con los que intenta lograr sus objetivos de marketing.
El origen de las 4 pes se atribuyen a Jerome McCarthy (1960), aunque sería Philip Kotler (considerado el padre del marketing moderno) quien las popularizaría.