Esta semana se ha demostrado que el cine en los jóvenes tiene una demanda muy elástica.
“La participación es tres o cuatro veces mayor de lo habitual”, contaba Samuel Baldeón, encargado del cine en versión original que intentaba ordenar el paso de los espectadores hacia las taquillas. “Estamos desbordados porque el servidor de la página del organizador se ha caído y mucha gente no ha podido descargarse la acreditación”, completaba el responsable mientras una joven le mostraba en el móvil la acreditación en tonos rosas en la que ponía su nombre y apellido.
«Las ideas no surgen así de cerebros privilegiados sino de las experiencias personales de cada uno. Por ejemplo, el impacto que causa en el joven Keynes las rigideces de la sociedad victoriana o los padecimientos del soldado Von Hayek en la Primera Guerra. Ambos viviendo a su modo las equivocaciones del Tratado de Versalles, el surgimiento de los totalitarismos, la vuelta al patrón oro, los procesos hiperinflacionarios en Alemania y Austria y, sobre todo, el crac bursátil de 1929 y la Gran Depresión de los ’30 seguida por otra guerra mundial.
De allí en más se muestra cómo, a partir del análisis de aquellas experiencias ya bastante lejanas, se van a generar las ideas que, de un modo u otro, dominaron al mundo económico en los últimos 60 años.»
Keynes, adorado en la posguerra por el salvataje del capitalismo y la construcción de las economías de bienestar gracias a la intervención de los Estados en la vida económica, comienza a ser aborrecido en los años ’70, cuando adviene la crisis del dólar y la ruptura de los acuerdos de Bretton Woods junto con el aumento de los precios del petróleo y la estanflación, hechos todos que reivindican a su adversario Von Hayek.