La ventaja comparativa

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Ayer explicamos en clase el concepto de «ventaja comparativa», cuya comprensión es mucho más compleja que «la ventaja absoluta».

La mayoría de los libros de bachillerato mantienen la arcaica manía de explicarla muy superficialmente y en uno de los últimos temas (comercio internacional), cuando tiene mucho más sentido explicarla al inicio del temario, con la división del trabajo, la especialización y el comercio (como han hecho desde hace años los manuales de Mankiw, Stiglitz, Bernanke…).

Si Michael Jordan es el mejor jugador de baloncesto del mundo, y también el que mejor corta el césped…

¿debe cortar él mismo su césped?  …

¡Éste es el clásico ejemplo moderno para ilustrar la ventaja competitiva!

La ventaja comparativa explica por qué incluso a la persona más dotada para todas la actividades, le interesa especializarse en lo que comparativamente hace mejor.

Lo que determina la especialización es el coste de oportunidad y no la productividad.

Debéis por tanto estudiar con detenimiento el detallado ejemplo que vimos en clase. Si os cuesta un poco no os preocupéis, el gran economista Paul Samuelson afirmó que es un principio que les cuesta entender incluso a las personas más inteligentes:

En una ocasión, el matemático Stanislaw Ulam desafió al premio Nobel Paul Samuelson a que “mencionara, en todo el ámbito de las ciencias sociales, una proposición que a la vez fuera verdadera y no fuera banal”.
Samuelson necesitó varios años para encontrar la respuesta: la ventaja comparativa. “Su verdad lógica no necesita ser demostrada ante un matemático; el hecho de que no es banal se ve corroborado por los miles de hombres importantes e inteligentes que nunca han podido llegar a la doctrina por sí mismos o comprenderla una vez les había sido explicada.”

El clásico ejemplo de David Ricardo de ventaja comparativa