Los presupuestos y la parábola del cristal roto

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Hoy nos vamos de  vacaciones hasta el lunes 16 de abril.

El tema del día en la prensa son los presupuestos del Estado.

Mucho se podría discutir sobre los recortes en educación…me parece muy grave un recorte del 22% tal como está la situación educativa….

Pero también debemos reflexionar  en cómo gastamos el dinero en educación…y si se puede gastar mejor.

Existe una gran cantidad de dinero que despilfarramos, ya no solo en alumnos que sistemáticamente no hacen nada durante años y encima molestan a los que quieren aprender…si no el gasto en limpiar pintadas (esta semana hemos tenido un juicio por grafitis) y demás vandalismos…

Los huevos arrojados contra el instituto en la manifestación a favor de la educación pública

Ayer…gastándonos más de 600 euros (gasto público educativo) en limpiar la fachada del instituto…

En la educación pública hacen falta más recursos…PERO también replantearse por completo cómo se gastan. Nuestro futuro está en juego.

De tarea de vacaciones, disfrutar uno de los mejores ensayos económicos de todos los tiempos:

La parábola del cristal roto

Hace más de 160 años, un genio llamado Frederic Bastiat nos legó, el mejor y más ácido ensayo existente sobre el coste de oportunidad de «romper cristales», para que pueda ganar dinero el cristalero.

«La parábola cuenta como un niño rompe el cristal de un comercio. Al principio todo el mundo simpatiza con el comerciante pero pronto empiezan a sugerir que el cristal roto beneficia al cristalero, que comprará pan con ese beneficio, beneficiando al panadero, quien comprara zapatos, beneficiando al zapatero, etc. Finalmente la gente llega a la conclusión de que el niño no es culpable devandalismo; sino que ha hecho un favor a la sociedad, creando beneficio para toda la industria.

La falacia de este razonamiento según Bastiat consiste en que se consideran los beneficios del cristal roto, pero se ignoran los costes escondidos; el comerciante está obligado a comprar una ventana nueva, cuando quizás fuera a comprar pan beneficiando al panadero. Al final, mirando el conjunto de la industria, se ha perdido el valor de un cristal, llegando Bastiat a la conclusión de que «la sociedad pierde el valor de los objetos inútilmente destruidos» y que «la destrucción no es beneficio».

La magistral parábola completa