El legado

Publicado el 4 comentarios

Estos días vivo entre mi antiguo IES (exámenes, juntas de evaluación…) y el nuevo (horarios, grupos, programaciones…). Afortunadamente están a 10 minutos en coche.

Hasta ahora el destino ha hecho que de forma forzosa haya cambiado de centro cada 4 años (como el ciclo olímpico), por lo que en cierta medida estoy acostumbrado a esta dinámica.

Mientras conducía recordé una historia que sucedió el curso pasado en mi instituto y que conozco de primera persona:

Un profesor (de una especialidad que no era Economía), después de una larga vida docente se jubila.

Al parecer, durante estas decenas de años, desarrolló un gran material didáctico que empleaba con éxito en sus clases.

Siempre tuvo la intención de … ¡ destruir todo este valioso material!

¡Hasta había comprado la gasolina para la hoguera de San Juan!


No pude evitar recordar los últimos deseos de Kafka de que quemaran todos sus manuscritos (afortunadamente le traicionaron).

Menos mal que el año anterior, había llegado al instituto un nuevo profesor de esa especialidad, por lo que a última hora, decidió no quemarlos en la hoguera y transmitirle al joven su legado con una única condición:

Que no los compartiese con nadie, y que al jubilarse o los destruyese…o los transmitiese con las mismas condiciones….

¿Debe el receptor del legado cumplir su promesa?  🙂

Editar

4 comentarios en “El legado

  1. Supongo que el receptor podría hacer la excepción como lo hizo su mentor. De otra forma no debería haber aceptado dicho «tesoro»

    El colectivo docente se ha caracterizado en muchas ocasiones por guardar con gran celo y cierto secretismo sus actividades, trabajos y apuntes (incluso aquéllos que ya amarillean debido al tiempo que hace que se elaboraron). Parece que nos diese miedo que otros pudiesen «aprovechar» nuestro esfuerzo y dedicación…

    El impulso de las nuevas tecnologías y sobre todo la creación de redes, de foros y de herramientas colaborativas, de material abierto y de software libre y gratuito está haciendo cambiar las cosas poco a poco. Cada vez hay más maestros que descubren la inmensa riqueza de compartir, de ceder a otros y empaparse de lo que otros hacen.

    ¿O no es el maestro un transmisor de conocimientos y formas de trabajar? No lo seamos sólo con los alumnos. Compartir con compañeros nuestro esfuerzo y trabajo siempre acabará redundando tanto en beneficio de otros como en el nuestro. Todos nos beneficiamos de ello

  2. No se enciende una luz para ponerla debajo de un almud, sino para ponerla en el candelero y que alumbre a todos los de la casa. Lo contrario sería necedad.

  3. Me pregunto qué hay que tener en la cabeza para hacer esa cesión en semejantes términos. Me cuesta mucho trabajo conciliar la idea de «unos buenos materiales», elaborados por alguien que se niega a ayudar a otros o seguir enseñando a través de su trabajo. Los profesores de quien más he aprendido han sido aquellos que creían en lo que hacían y disfrutaban con ello.

    La decisión del autor parece una especie de venganza contra el colectivo de docentes. Tal vez se merece que se cumpla su decisión y caer en el absurdo de «quemar» años de trabajo y esfuerzo.

    Tengas mucha suerte en tu nuevo destino.

    1. Gracias Lourdes!

      Este caso me sorprendió mucho…la realidad siempre supera a la ficción 🙂

Deja un comentario